martes, 20 de marzo de 2007

SEMINARIO MAYOR DE PASTO.

TRABAJO DE BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN.

P. LUIS GUILLERMO RUBIANO. Cjm.

PRESENTADO POR: HIVO ANCIZAR HOYOS.

JORGE ALBEIRO MORAN.

III. TEOLOGÍA.


LOS SACRAMENTOS DE BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN EN LA SAGRADA ESCRITURA.


BAUTISMO:


Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. (Mt 3,11)


INTRODUCCION:


La palabra traducida al español "bautismo" viene de la palabra griega "baptizo". Aunque muchos insisten que esta palabra significa sumergir y que solo así debe ser administrado el bautismo, en realidad eso no es del todo cierto. La Biblia desde el Antiguo Testamento nos habla de 'bautismos' los cuales no tenían nada que ver con "sumergir". Independientemente de lo que significa esta palabra según los diccionarios seculares, debemos entender que la Biblia nos dice que el bautismo puede ser referencia a lavar, rociar o cubrir. Tiene como intención indicar no el método sino el efecto.


Es importante entender y recordar que el bautismo bíblico es un ritual que tipifica la purificación de la persona (o cosa) que es bautizada. Solamente puede ser asociado o unido a una relación con Dios por medio de Cristo alguien que sea purificado, lavado o limpiado de sus pecados. Por eso, en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, el bautismo con agua tipifica o representa externamente ese lavamiento o purificación espiritual que permite al individuo (o instrumento) ser útil para Dios y libre de suciedad pecaminosa y terrenal.


EL SACRAMENTO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS:

En el Antiguo Testamento los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado para realizar su misión salvífica (Is 11,2; 61,1). El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios.

En el Antiguo Testamento aparecen ya figuras del bautismo, es decir, hechos o palabras que, de un modo velado, anuncian aquella realidad que de modo pleno se verifica en los siglos venideros.


Son figuras del bautismo, según la doctrina de los Apóstoles y de los Padres, la circuncisión (Col. 2, 11ss.), el paso del Mar Rojo (1Cor 10, 12), el Diluvio Universal (1 Pe. 3, 20ss.). En (Ez 36, 25), hallamos una profecía formal del bautismo: Esparcir‚ sobre vosotros agua limpia y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiará. (Is.1, 16 ss.; 4, 4; Zac. 13, 1).


Habló el Señor a Moisés y le dijo: Aparta a los levitas del resto de los israelitas y purifícalos. Para esta purificación harás con ellos de la siguiente manera: los rociarás con agua, se rasurarán todo el cuerpo, lavarán sus vestidos y así quedarán purificados. (Num 8:5-7). Pero el hombre que quedó impuro y no se purificó, ése será extirpado de la asamblea, pues ha manchado el santuario del Señor. Las aguas lustrales no han corrido sobre él: es un impuro, este será para vosotros decreto perpetuo. (Num 19:20-21). Rocíame con el hisopo, y seré limpio, lávame, y quedaré más blanco que la
nieve. (Sal 51,9). Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salvado... (Jer 4,14).


El Génesis nos habla del agua como fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada Escritura dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre ella. (Gn 1,2).


El arca de Noé es otra de las prefiguraciones que la Iglesia nos menciona. Por el arca, "unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua." (1 P. 3, 20). Si el agua de manantial significa la vida, el agua en el mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser símbolo del misterio de la cruz. Por este simbolismo el bautismo significa "la comunión con la muerte de Cristo." (CEC.1220).

Sobre todo el paso del Mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, es donde se anuncia la liberación obrada por el bautismo, se entra como esclavos en el agua y salen liberados. También el paso por el Jordán, donde el pueblo de Israel recibe la tierra prometida, es una prefiguración de este sacramento. (CEC.217-1222).


Además, el bautismo que confería San Juan Bautista antes del inicio de la vida pública de Jesucristo, fue una preparación inmediata para el bautismo que Cristo instituiría (Mt. 3, 11). San Juan proclama un bautismo de conversión para el perdón de los pecados (Mc 1,4; Lc 3,3)


Todas estas prefiguraciones tienen su culmen en la figura de Cristo. Él mismo, recibe el bautismo de Juan, el Bautista, el cual estaba destinado a los pecadores y Él sin haber cometido pecado, se somete para cumplir toda justicia (Mt 3,15). Desciende el Espíritu sobre Cristo y el Padre manifiesta a Jesús como su Hijo amado. (Mt 3, 16-17). Cristo se dejó bautizar por amor y humildad, y así darnos ejemplo.

Si recordamos el encuentro de Jesús con Nicodemo, vemos como Él le explica la necesidad de recibir el bautismo. (Jn 3, 3-5).


Se encuentran muchas prefiguraciones de este sacramento. De esto se hace memoria en la vigilia Pascual cuando se bendice el agua bautismal. Con su Pascua, Cristo hizo posible el bautismo para todos los hombres. Ya había hablado de su pasión, "bautismo" con que debía de ser bautizado (Mc 10,38) (Lc 12,50). La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado por la lanza del soldado de Jesús crucificado (Jn 19,34), son figuras del "bautismo" y de la "eucaristía", ambos sacramentos de la nueva vida ( 1 Jn 5, 6-8); desde entonces es posible "nacer del agua y del Espíritu" para entrar en el Reino de Dios. (Jn 3,5).


Después de su Resurrección confiere la misión de bautizar a sus apóstoles. “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues, enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mt. 28, 18-19).


Desde el día de Pentecostés, la Iglesia ha administrado el bautismo siguiendo los pasos de Cristo. San Pedro, en ese día, hace un llamado a convertirse y bautizarse para obtener el perdón de los pecados. El Concilio de Trento declaró como dogma de fe que el sacramento del bautismo fue instituido por Cristo.


La palabra bautizar (“baptizein”) en griego significa sumergir, introducir dentro del agua, la inmersión en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con El (Rm 6, 3-4; Col 2, 12) como ‘nueva criatura’ (2 Co 5, 17; Ga 6, 15) (CEC 1214). Entre los sacramentos, ocupa el primer lugar porque es el fundamento de toda la vida cristiana, la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (CEC 1213).


San Pablo lo denomina baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo (Tit. 3, 5). En el Nuevo Testamento aparecen testimonios tanto de las notas esenciales del sacramento como de su institución por Jesucristo: El mismo Señor explica a Nicodemo la esencia y la necesidad de recibir el bautismo: En verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cielos (Jn 3, 3-5)


Jesucristo da a sus discípulos el encargo de administrar el bautismo (Jn 4,2);
ordena a sus Apóstoles que bauticen a todas las gentes: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt 28, 18-19). Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará (Mc 16, 15-16);


Los Apóstoles, después de haber recibido la fuerza del Espíritu Santo, comenzaron a bautizar: (Hch 2, 38. 41).


SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN:

El nombre de este sacramento proviene del latín confirmatio = fortalecimiento. Sin embargo, a lo largo de la historia ha sido denominado de diversas maneras: crismación (unción de aceite perfumado y consagrado), imposición de manos, crisma.

En el Antiguo Testamento tiene una significación importante el gesto de ungir a los reyes (1Sam 10,1; 16,13; 1Re 1,39). Mediante la unción, se otorgaba al rey el poder para ejercer su función que estaba estrechamente relacionada con la defensa de la justicia que consistía especialmente en la defensa de los pobres y desvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, de los que por sí mismos no podían defenderse.

Los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado para realizar su misión salvífica (Is 11,2; 61,1). El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios. Habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realizan en una comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da sin medida (CEC, 1286). Esta plenitud del Espíritu no debió permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo de Dios.

El Nuevo Testamento nos habla del sacramento de la confirmación como tal. Está claro que Jesucristo lo instituyó pero no lo administró por sí mismo, puesto que era algo pensado para cuando Él se fuera. Cristo anunció la venida del Paráclito -El Espíritu Santo- una vez que Él se marchara de este mundo.

Jesús es el Ungido por excelencia. Así lo manifiesta el Evangelio de Lucas al narrar el suceso acaecido en la sinagoga de Nazaret, donde se lee el texto del profeta Isaías haciendo referencia a Jesús. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19).

Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre.

De lo que sí hay clara constancia es de la administración de los Apóstoles -con la imposición de manos- Así puede leerse en los Hechos de los Apóstoles cuando Pedro y Juan van a imponer las manos a los recién bautizados de Samaría para que reciban así el Espíritu Santo (Hch 8,14-17) y cuando Pablo bautiza e impone las manos a unas cuantas personas en Efeso, con lo que reciben el Espíritu Santo. (Hch 19, 5-7).

La Confirmación es el robustecimiento de la gracia bautismal. Es un crecimiento espiritual, en este sacramento se van a renovar las promesas del Bautismo que otros hicieron por nosotros si es que se recibió al poco tiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el Bautismo comenzó en nosotros. Podríamos decir en cierto modo que nos bautizamos para ser confirmados.

Lo que caracteriza el sacramento de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el crisma. Esta unción ilustra el nombre de cristiano que significa "ungido" y que tiene origen en el nombre de Cristo, al que Dios ungió con el Espíritu Santo.

El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para ser fermento de santidad y edificar la iglesia por medio de sus carismas y servicios de caridad.

Muchas veces Jesús prometió el envío del Espíritu, promesa que realizó primero el día de Pascua y luego de manera mas manifestada en Pentecostés. Llenos del Espíritu Santo los Apóstoles comienzan a proclamar "las maravillas de Dios" (Hch 2,11), los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar recibieron a su vez el don del Espíritu Santo. (Hch 2,38).

Este sacramento, como todos los otros, fue instituido por Jesucristo, pues sólo Dios puede vincular la gracia a un signo externo. Sin embargo, no consta en la Sagrada Escritura el momento preciso de la institución, aunque repetidas predicciones de los profetas relativas a una amplia difusión del Espíritu divino en los tiempos mesiánicos (Is. 58, 11; Ez. 47, 1; Joel 2, 28, etc.), el reiterado anuncio por parte de Cristo de una nueva venida del Espíritu Santo para completar su obra, y la misma acción de los Apóstoles hacen constar la institución de un sacramento distinto del bautismo.




CONCLUSIONES:


  • El bautismo es el sacramento, por medio del cual, el hombre nace a la vida espiritual, por medio del agua y la invocación a la Santísima Trinidad.


  • El bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, es el pórtico de la vida en el Espíritu, y además es la puerta que nos abre el acceso a los otros sacramentos. Por el bautismo, somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo, y somos incorporados a la Iglesia, haciéndonos partícipes de su misión. (CEC. 1213).


  • Este sacramento se llama "bautismo", en razón del elemento esencial del rito, es decir, el "bautizar" (baptizein en griego) que significa sumergir, introducir dentro del agua; la inmersión.


  • La inmersión, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo, para así junto con Él, obtener una nueva vida en su resurrección. Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitamos de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, y así también nosotros vivamos una nueva vida. (Ef. 5, 26).


  • Este Sacramento es llamado también baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, (Tm 3, 5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el Reino de Dios. (Jn. 3,5).


  • Podemos decir que, el bautismo es el más bello y magnifico de los dones de Dios. El bautismo es absolutamente necesario para salvarse, de acuerdo a las palabras del Señor: "El que creyere y se bautizare, se salvará" (Mc. 16, 16).


  • Jn. 3.22-26: "Ustedes, samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, conocemos lo que adoramos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.


  • Muchas veces Jesús prometió el envío del Espíritu, promesa que realizó primero el día de Pascua y luego de manera mas manifestada en Pentecostés. Llenos del Espíritu Santo los Apóstoles comienzan a proclamar "las maravillas de Dios" (Hch 2,11), los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar recibieron a su vez el don del Espíritu Santo. (Hch 2,38).



BIBLIOGRAFÍA:


M. SCHMAUS, Teología Dogmática, Los sacramentos, Rialp, Madrid 1961, pp. 9-219.


R. ARNAU-GARCÍA, Tratado general de los Sacramentos, BAC, Madrid 1994.


J. AUER, Sacramentos. Eucaristía, en Curso de teología dogmática, VI, Herder, Barcelona 1982, pp. 120-158.


J. AUER, Dogmatik, 7, Pustet; Los sacramentos de la Iglesia, Curso de teología dogmática, VII, Herder, Barcelona 1983, pp. 23-134.


A. Hamman. El misterio cristiano el bautismo y la confirmación, Barcelona. Editorial Herder. 1982.


www.churchforrum.org.


Biblia de Jerusalén. Desclée De Brouwer, S.A. 1998.


martes, 13 de marzo de 2007

Hivo Ancízar Hoyos Aroca

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Bienvenidos a mi blog.

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